La
caída de los Estados Unidos
by
Alfonso M. Becker
No
hay nada más triste para recordar en la historia del siglo XXI que
los acontecimientos que estamos viviendo… Los europeos de la peor
calaña aplaudiendo sin contemplaciones a los incendiarios, a los
asesinos indiscretos en las calles americanas, a los ingratos y a los
insolentes de todos los colores y etnias que encontraron, en su día,
refugio en U.S.A. , bramando contra el país de acogida de forma
embustera, envidiosa e insociable.
La
república americana ya está en manos de la red mafiosa más
poderosa del planeta. La pléyade de mega-multimillonarios,
americanos y europeos, no se han detenido en su golpe de Estado, ni
para coger aliento. Ahora ya pueden apostar ustedes como auténticos
ganadores: la Unión Europea recorrerá el mismo camino hacia el
infierno que Washington.
Que
los llamados “sabios” de Beltway ni siquiera sospecharan,
durante los últimos 20 años, del descarado complot para tomar las
riendas del poder esclavizando a los opositores sin necesidad de
elecciones libres, da una ligera idea de la infiltración masiva de
enemigos de Estados Unidos acogidos como “progresistas” por una
gigantesca red de burócratas agradecidos y de comisarios políticos,
que han frenado en seco a la democracia estadounidense.
Ahora
toca, según ellos, desmantelar los restos el imperio americano y de
repartirse el botín entre los magnates de las redes sociales y de
las corruptas familias pertenecientes a la élite; destinados por la
“providencia divina” a perpetuar no solo su estilo de vida, sino
la arquitectura política adecuada que preserve sus riquezas por
generaciones.
Al
llamado Nuevo Orden Mundial, nadie de entre los ricos le hará
ascos; algo que hará comprender al lector el imperturbable aplauso
de los millonarios europeos a los mafiosos que han acosado y
derribado al actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Si
algo debería agradecerle al viejo Donald, es haberle mostrado a
usted que el pantano estaba lleno de cadáveres; allí arrojados por
asesinos a sueldo pagados por los que debían preservar la libertad
de pederastas, de traidores de todo tipo a la república, de
infiltrados yihadistas, del selecto espionaje chino, y de los
comunistas que ya controlan todo el entramado universitario.
Esta
vez, no debería ser un insulto declarar que los estadounidenses se
merecen caer como cayó el Imperio Romano, podrido desde adentro,
sin embargo, es necesario ser discretos y mostrar algo de piedad para
dar una ligera oportunidad a los patriotas que, a día de hoy, se
sumergen en los 4 próximos años de oscuridad que se avecinan.
Esos
«cuatro años de “dictadura” de un descerebrado y de una fulana
de la judicatura, izquierdista y traidora, que se vienen encima,
son la última oportunidad para salvar a la república
estadounidense».
Los
rusos, en palabras de Putin, han quedado impresionados de cómo la
gran superpotencia mundial se ha dejado estafar por un aparato de
corrupción que se veía desde lejos y que estaba a la vista de todo
el mundo.
Los
pocos periodistas decentes que sobreviven a esta hecatombe, se
atreven a señalar y decir eso porque se resisten a creer que la
patria americana haya caído en manos de una mafia cuyos
lugartenientes se encuentran en el entramado de los Big Tech, los
medios corporativos con más poder y riqueza, los Big Business y
Woke Capital…
Más
escandaloso aún: en la academia; en la dirección de la escuela
primaria, la secundaria, todas la universidades (públicas y
privadas) y en todas las alturas dominantes de la sociedad
estadounidense. En el mismo Hollywood, nunca serías un simple actor o
una afamada estrella, si no rindes pleitesía a la corrupta clase
dominante.
Como
comprenderán, inmediatamente, el aparato de propaganda para difamar
y destruir la reputación de cualquiera, por muy rico que sea, es tan
abrumador que preferirías estar muerto...
Al
ser precisamente Trump el atrevido retador, descarado inquilino de
la Casa Blanca, con lenguaje popular (que no populista), entre todos
decidieron sacarlo del Despacho Oval por todos los medios ilegales, o
matarlo si era necesario…
Las
redes sociales se encargaron de “silenciar” a sus seguidores y
-a la vez- de promocionar y sobornar a los grandes personajes del globo terrestre
para apoyar la caída de Donald; incluyendo al Vaticano para
satanizar vilmente a un presidente americano.
¿Qué
estaba en juego? La protección dada por el Democratic Party a la
élite católica de los curas pederastas americanos en puestos
relevantes del Vaticano, y a los italianos que le dieron cobijo y
cobertura en la llamada “Mafia Gay” de la Basílica
Papale di San
Pietro, mientras Jorge Mario Bergoglio, pope Francisco, declaraba
abiertamente sobre ellos: «Quién soy yo para condenar la
homosexualidad»
El
escándalo fue mayúsculo, porque nadie estaba condenando la
homosexualidad, sino a los criminales del abuso sexual a menores, a
los pederastas del Vaticano que pertenecían al coro aplaudidor de la
mafia del “despertar” liderada por Joe Biden y Kamala Harris...
Los
medios de comunicación eran los encargados de generar y engendrar
odio contra el advenedizo Donald que los señaló a todos como «clase
dominante corrupta y podrida». No se han detenido nunca desde hace 4
años. No dejarle un minuto de descanso, ni al presidente ni a los
que le apoyan, ni a sus familias; ni a los profesores que se atrevan
a crítica alguna contra la élite.
Como
dicen los últimos “mohicanos” del periodismo de Washington: «es
la sentencia de muerte social con la que amenaza la fulana de la
judicatura».
Ha
sido, y todavía es, un esfuerzo sobrehumano y perpetuo del
Democratic Party por destruirlo, no solo mientras está en la Casa
Blanca, sino también cuando salga… Tienen un auténtico calvario
preparado para el «hijo de perra del pelo zanahoria» que se ha
atrevido a “drenar el pantano”.
Lo
tienen todo preparado Incluso se le “invitó” a que se fuera a
su torre Trump calladito tras la estafa electoral y se negociaría,
para el bien de su familia, su tranquilo retiro…
Esta
es la élite que ha expuesto a los Estados Unidos a las ruedas del
autobús en el contexto de la geopolítica, a ojos de todo el
planeta, son los enemigos del
pueblo
americano; son la mafia que desprecia a los 71 millones de
estadounidenses que no vota por los mafiosos y sí por Trump… ¿Cómo
se atreven los republicanos?
Hasta
Vladímir Putin ha demostrado su educación y elegancia ante la
Europa decadente y sin protagonismo relevante en la política
mundial, cuando se ha negado a felicitar a Joe Biden cuando ni
siquiera se ha hecho el recuento de votos…
Pero
ahí estaban el payaso de Justin Trudeau en el Canadá “aliado”
saludando a la mafia americana; y todo el elenco de Bruselas, y todos
los políticos alemanes aplaudiendo a la peor basura elitista que
“controla” Estados Unidos sin contemplaciones legales ni
democráticas.
Están
“dinamitando” los Estados Unidos y los que parecían amigos echan
leña al fuego para que quemen a todos los disidentes, a todos los
patriotas americanos que se atrevan contra el poder en las sombras de
las redes sociales, de los grandes magnates y de la multimillonaria
financiación de George Soros para la desintegración del imperio
americano.
No
hay nada más triste para recordar en la historia del siglo XXI que
los acontecimientos que estamos viviendo… Los europeos de la peor
calaña aplaudiendo sin contemplaciones a los incendiarios, a los
asesinos indiscretos en las calles americanas, a los ingratos y a los
insolentes de todos los colores y etnias que encontraron refugio en
U.S.A. , bramando contra el país de acogida de forma embustera,
envidiosa e insociable.
Migrantes
como los mahometanos en Europa, que no conocen la libertad en su
propio país de origen, que han vivido una existencia miserable, en
tierras de fanáticos asesinos que nunca oyeron el grito de libertad,
ni conocieron la posibilidad de un hogar o de un trabajo.
Marco
Aurelio ya advertía en el imperio romano que el mal se extenderá
entre todos aquellos traidores que financian a los enemigos, eran las
élites sociales que consideraron sus millonarias fortunas, mucho
más importante que la patria romana, que la civilización más
elevada y que el concepto “sagrado” de República que aprendieron
de la Antigua Grecia.
Tiberio,
Calígula, Claudio y Nerón intuían, con su propia «máquina del
tiempo» que los bárbaros se estaban haciendo fuertes y poderosos
en el corazón de roma; presentían que los asesinos de Antifa y los
comunistas de Black Lives Matter, tenían su propio circo romano, su
Hollywood y sus mensajeros de la muerte. Pero no hicieron nada...
Todos
liderados por poderosos multimillonarios que desprecian a los
ciudadanos honestos, a los hombres y mujeres libres que se han
propuesto defender el más grande progreso y milagro de la historia
humana en forma de república estadounidense.
Si
nadie hace nada, si los “aliados” aplauden a los criminales, si
permiten que una mafia amenace, intimide, engañe, manipule y asesine
para hacerse, siempre que quiera, con el poder,
no solo caerá Estados Unidos…
La
Unión Europea puede pagar muy caro su desprecio, o su poca
elegancia, para tratar a un socio con serios problemas internos de
crimen organizado. Todos, por muy multimillonarios que sean los
alemanes, tienen mucho que aprender.
La
vida da tantas vueltas que hasta el culto y bien educado, cuarto
emperador de los romanos advertía con humildad que la justicia más
sublime, para las élites y para el pueblo, es pasar por las armas a
los traidores, ejecutarlos sin contemplaciones. Eran otros tiempos…
¿O no?, el erudito Claudio sabía de lo que hablaba y dejaba por
escrito…
But
the relentless Time Machine
nos enseña que el siglo XXI está llamado a la guerra de exterminio
por una sencilla razón: la codicia de una mafia de multimillonarios
que exigen trato aristocrático y que están programando esclavizar
al resto de los ciudadanos, aunque para ello sea necesario una guerra
que mate a la mitad de la población mundial…
Déjenme
que les diga que el cuarto emperador romano de la dinastía
Julio-Claudia, fue menospreciado como tonto, inútil, enfermo mental
discapacitado y objeto de burla al igual que Donald Trump…
Sin
embargo, no hubo un emperador más culto y brillante en la gobernanza
de Roma; brillante jurista y defensor de la ley; estratega de
indiscutibles éxitos militares y autor de libros de historia y
política, obra legislativa y administrativa. Nunca hubo más
prosperidad en Roma que durante su gobierno.
Los
poderosos mas-media estadounidenses han decidido que destruyendo a
Donald Trump ganarán el último peldaño para formar parte del
aparato propagandista de esa élite que tomará el control absoluto
de la nación más poderosa de la historia.
Pero
aunque maten a Trump y ocupen el poder a perpetuidad, controlando
cada punto sensible de la Administración y la sucesión dinástica
de la Casa Blanca, nos
queda mucho por ver...
Esto
no quedará así...
Las
lecciones de la Historia enterrarán los restos cadavéricos de los
amos de The
New York Times
y del Washington
Post…
Más de 100 millones de estadounidenses han podido comprobar que
los “nuevos nazis” multimillonarios, les quieren robar su país
y han contemplado absortos que los corruptos burócratas de Bruselas
se han unido a la mafia americana…
Es
un gravísimo error… que nos costará caro a los europeos por culpa
de los alemanes. Los estadounidenses solo contemplan un único
camino disponible para la Constitución de los Estados Unidos y sus
partidarios.
Luchar
hasta la muerte porque saben que la única intención del corrupto
Partido Demócrata es aplastar a los patriotas republicanos
estadounidenses e implantar un gobierno perpetuo.
Para
que se enteren en Berlín, en Otawa, en Bruselas y en todo el
planeta, la coordinadora de la Casa Blanca, Catharine O`Neill, ha
dicho que las
elecciones aún están sucediendo
y que el patetismo de Bruselas raya el escándalo, dando vencedores y
burlándose de un supuesto “vencido”
“Seguimos
sirviendo a la nación y a su presidente Donald Trump, tenemos mucho
trabajo no solo en lo doméstico sino en política Exterior”...
Pero
lo más importante de todo es que los más de 75 millones
estadounidenses que han elegido a Donald Trump saben que lo más
importante no es la victoria del presidente.
La
lucha armada por la república estadounidense, es una cuestión
existencial.
Alfonso
M. Becker ©
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